Las crisis de pánico son períodos discretos de miedo o malestar intensos, acompañados de diversos síntomas físicos y/o psicológicos, siendo los principales los siguientes:
- Opresión torácica
- Palpitaciones o aumento de la frecuencia cardíaca
- Mareos
- Sudoración
- Temblores
- Sensación de ahogo o falta de aire
- Miedo a morir
- Miedo a volverse loco
- Parestesia o sensación de hormigueo
La duración de la crisis de pánico varía entre 30 y 45 minutos y su máxima intensidad suele alcanzarse en 10 minutos.
Muchas personas pueden presentar entre uno o dos episodios y luego desaparece. Sin embargo, en otras se pueden prolongar estos episodios, convirtiéndose en un trastorno.
Alrededor de dos tercios de los pacientes con trastornos de pánico desarrollan agorafobia, que es el miedo a estar en lugares o situaciones donde podría ser difícil escapar o recibir ayuda en caso de tener una crisis o ataque de pánico. Como consecuencia, suelen evitar lugares concurridos como centros comerciales, supermercados, iglesias, trasportes públicos, entre otros. En los casos más graves evitan salir de casa.
La mayor parte de las veces queda una secuela de síntomas que no corresponde propiamente a la crisis sino a la experiencia de miedo y cansancio que deja el episodio.
Las crisis de pánicos son más frecuentes en las mujeres y comienzan entre los 25 y 30 años. Sin embargo, en los últimos años se ha evidenciado un aumento en los niños y adolescentes.
Generalmente no hay factores estresantes precipitantes previo a la aparición del trastorno. Sin embargo, algunos pacientes manifiestan que las crisis se inician tras una enfermedad, separación de pareja, duelo, pérdida de trabajo, problemas económicos, puerperio o consumo de alcohol, drogas psicoactivas como LSD Y marihuana.
Por lo que recomendamos acudir a consulta médica, en caso de presentar algunos de los síntomas antes expuestos, para descartar patologías médicas que pueden generar síntomas parecidos, como: hipertiroidismo, feocromocitoma, hipoglicemia, taquicardia supraventricular, enfermedad vestibular, entre otras patologías. También descartar otros trastornos psiquiátricos, como por ejemplo la depresión, debido a que estos pacientes presentan a menudo muchos episodios de crisis de pánico, que se resuelven al recibir tratamiento para la depresión.
El tratamiento más eficaz, según la evidencia clínica, es la asociación de psicoterapia y psicofármacos. El cual dependerá de la forma clínica particular que presente cada paciente. Cuyo objetivo principal es: controlar la reaparición de la crisis o ataque de pánico en el período agudo y, prevenir la reaparición en el período de mantención. La duración del tratamiento dependerá de cada paciente, siendo un lapso entre 6 meses y 2 años.